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Efectivamente el "Príncipe de la Paz" (Is. 9,6) ha traído en la dulzura de su Persona, todo el bien y todo el amor capaces de volver dichoso al mundo entero e incluso a mil otros mundos si ellos existiesen.
Esta paz no depende más que de una cosa: que los hombres y las naciones se sometan a su Ley y a su Evangelio. Sólo así, como hombres de verdadera buena voluntad, podremos alcanzar la paz que el Divino Infante tanto desea dar a la humanidad.
Pedimos al Niño Jesús y a su Santísima Madre que concedan esta paz a todos nuestros benefactores, amigos y simpatizantes, así como a sus familias, en estas Fiestas de Navidad y a lo largo del nuevo año que vamos a comenzar.
Navidad 2006
La Fundación Argentina del Mañana tiene el agrado de ofrecerle la meditación navideña:
Se abren las puertas del perdón y de la esperanza: es Navidad