CUANDO LOS ERRORES SE CONVIERTEN EN INJUSTICIAS
Por Pablo Docimo
Como fuera comentado esta semana por Tribuna de periodistas, las reservas de U$S 50.000.000.000 que el gobierno asegura poseer en el Banco Central no están en su totalidad. Ese es el motivo de la desesperación por las retenciones y por la colocación de Bonos por U$S 5.000.000.000 el lunes 31 de marzo pasado y por el préstamo solicitado en estos días por el Ministro de Economía, Martín Lousteau, ante el B.I.D. Por otro lado, la deuda externa aumentó en los últimos meses unos 20 mil millones de dólares, cosa que Cristina Kirchner no dice en sus encendidos y retóricos discursos.
Estas son las verdaderas causas que llevaron a la presidente a cometer el error de modificar el porcentaje de retenciones a los granos y, más que un error, varias injusticias, ya que podríamos comenzar diciendo que la constitución nacional explica claramente, en el articulo 17, que la suma de todos los impuestos no pude superar el 33% del ingreso en cualquier actividad, dado que sería considerado como confiscatorio, y que sólo las retenciones de la soja superan el 44 %.
A este dato, habría que sumarle otros dos igual de llamativos. Tiene que ver con que las normas en la que se respaldó la primera mandataria son un decreto-ley modificatorio de dos títulos del Código Aduanero dictados por el ex-dictador Juan Carlos Onganía y un decreto de necesidad y urgencia dictado por el ex-Presidente Carlos Menem, el cual delega en el Ministerio de Economía facultades aduaneras inherentes y propias del Congreso Nacional.
Resulta paradójico, pues, que se trate de golpistas a quienes se manifiestan en contra de ellas. Más aún si ello proviene de un gobierno que concentra en el Poder Ejecutivo la facultad de sancionar tarifas aduaneras que son propias del Congreso Nacional. Hasta aquí los errores, pero veamos cuales son las injusticias o por lo menos algunas paradojas.
Podríamos comenzar por los jefes de la "resistencia kirchnerista", Hugo Moyano y Luis D´Elía.
Moyano, a quien mandaron a intimidar a los productores agropecuarios es propietario de la estancia San Ignacio, ubicada a 450 km de la Capital Federal, en la localidad bonaerense de Henderson. Esta propiedad consta de 370 hectáreas, adquiridas en septiembre de 2006. Eso si, el dinero lo consiguió trabajando como camionero, no del gobierno.
A D´Elía, habría que decirle como dijo Alfonsín: "a vos tan mal no te va, gordito", ya que desde que dejó de ser maestro gana $13.500 mensuales sin trabajar, y dispone de tres choferes y dos autos además de los guarda espaldas. Tiene viáticos por $ 100.000, fondos para "comunicación social" por $38.000 y gastos de protocolo por $30.000 mensuales. También una amplia oficina sobre la avenida Corrientes que pagamos todos.
Pero yendo a las paradojas o, si usted prefiere injusticias de los Kirchner, específicamente, encontramos que la cartera Hermes de Cristina, cuesta lo mismo que 42.800 litros de leche, o 130 novillos, y el mini Cooper que Cristina le regaló a su hija con la condición de que cierre su fotolog cuesta 39.000 dólares, más que cualquier "4 x 4", y su hija ni siquiera tiene licencia de conducir.
Para comprar el Rolex de oro macizo con diamantes en las agujas de Cristina, un productor debe cosechar 245 hectáreas de maíz.
Hasta aquí podríamos decir que cualquiera es dueño de comprar lo que desee. siempre y cuando el dinero sea legítimamente ganado, pero curiosamente el patrimonio de los Kircner, quienes califican a los productores agropecuarios como "oligarcas", aumentó en 11 millones de pesos en 4 años, cuando ni si quiera lo pudieron demostrar, y encima aducen que son ingresos por alquileres, o sea que son rentistas, como los que ellos odian.
Pero no todo es dinero; en cuanto a lo ético debemos señalar que en Semana Santa, cuando el sector agrario no dormía por protestar contra nuestro gobierno, la señora presidente se tomó unas pequeñas vacaciones de cuatro días en El Calafate.
Mientras tanto, Néstor Kirchner tiene en Puerto Madero una oficina donde se reúne con gobernadores, funcionarios y otros impresentables y desde allí dirige el país.
Cosas veredes, Sancho.
Pablo Dócimo