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Regreso sin gloria

De: IVAN

Mientras los medios franceses ignoraban olímpicamente su presencia, Cristina I de Argentina, la reina por decreto de este "país en serio", se paseaba por París derrochando el costosísimo glamour cargado a las arcas del país, a la manera de algún excéntrico reyezuelo de una ignota comarca, mientras la mayoría de sus compatriotas batallan cotidianamente para sobrevivir y otros simplemente chapotean en la más absoluta miseria.

No hay más que echar una mirada a las imágenes y tarifas de la suite (alrededor de € 3.400 diarios, de acuerdo a las que aparecen publicadas, ya que hay dos cuyos precios no figuran) que habría ocupado esta "primera ciudadana" en el espectacular hotel en el que decidió alojarse (www.meuricehotel. com ) para preguntarse qué fue a hacer la esposa del presidente al país galo. Si a esto se agrega el resto de sus estipendios personales (viáticos, shopping, etc.) y los de la nutrida comitiva (20 personas, canciller incluido) de esta "expedición exploratoria" , se comprende que la administració n Kirchner haya concedido al argentino medio los $ 914 (aproximadamente € 228, 50). Es decir que, con lo que ella gastaba diariamente simplemente por una cama, 14 familias argentinas podrían escapar mensualmente a la línea de pobreza

El meollo del viaje de la "reina Cristina" era una supuesta "agenda" política que no puede calificarse precisamente de exitosa: los dos candidatos a la presidencia francesa le concedieron -luego de las arduas gestiones del embajador Calcagno- escasos 30 minutos "de cortesía" para que la señora pudiera expresarse (en idénticos términos en ambas ocasiones) sobre el éxito económico argentino debido a su marido y la continuación de los juicios a los militares, cuestión que debía agitarse a los cuatros vientos a fin de que no se cayera por sí sola la única "excusa" admisible para su presencia en la capital francesa.

Sin embargo, "para salir de la anécdota y entrar en la historia", madame K agregó a sus innumerables compromisos "en serio" un paseíto a la cancha de fútbol - en la que alguna avezada periodista calculó que tenía encima -en ropa- no menos de $ 100.000-, y algunos encuentros con la cultura local y la colectividad argentina en París. Obviamente de la más rancia gauche de Francia, local y foránea.

Un candidato de la oposición ha osado calificar este tour d'image como "patético e innecesario", ya que el gasto cargado al erario público (alrededor de un millón de pesos, según estimaciones extraoficiales, obviamente ya no creíbles) no justifica el traslado interoceánico de la senadora, que en estos momentos debería estar en su puesto de trabajo y que -más grave aún- firmó en forma irregular (sin la autorización del Congreso ni representar la voluntad ciudadana) la Convención internacional sobre la desaparición forzada de personas aprobada por la ONU en diciembre de 2006 y abierta a la firma en París el pasado 6 de febrero.

Para reforzar la ironía, algunas fuentes sostienen que el presidente Kirchner no habría sido invitado, lo que explicaría el envío de Cristina -mujer al fin- para abrir puertas y estimular sensibilidades. No hay que soslayar el hecho de que, por ahora, ambos cónyugues, en forma conjunta o separada, son candidatos válidos para las elecciones de octubre.

Lo que llama poderosamente la atención es que solamente los medios oficiales nacionales se hayan hecho eco de tamaño despliegue de la "influyente" administració n argentina (tres camionetas para transportar las necesidades comunicacionales de la presunta candidata, 2 fotógrafos, 1 cámara y varios técnicos del servicio de Prensa de Presidencia de la Nación, una experta en logística, su asistente personal y un camión provisto de antena satelital para el envío inmediato de las imágenes), lo cual no hace más que confirmar la insignificancia del hecho y justificar las críticas de la oposición.

Como todavía faltan algunos meses para las elecciones presidenciales y debido a las ambiciones personales de los monarcas argentinos, no sería extraño que la reina resuelva -presionada por su consorte- similares excursiones a otros países, aunque solamente serían aquellos que cuenten con candidatos a importantes cargos políticos y cuyas fotos puedan exhibirse luego en la propia campaña, o bien que posean suntuosas tiendas que puedan satisfacer los caprichos de shopping de nuestra soberana.

De todas formas, los argentinos no tenemos por qué alarmarnos: el éxito económico del país nos permite estos lujos y en caso de que esta bonanza no sea cierta, entre la Casa Real y el Indec se encargarán de dejarnos contentos a cualquier precio.

Raquel Eugenia Consigli  y Horacio Martínez Paz