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EL DESCALABRO - Ofensiva para domar al Poder Judicial

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From: Alberto - IVAN

EL DESCALABRO (I): Primera entrega de "El Descalabro". Ofensiva para domar al Poder Judicial.

Introducción al epílogo

El Presidente de la Corte Suprema de Justicia, doctor Lorenzetti, ya sabe que el doctor Bisordi, titular de la Cámara de Casación Penal, solicita protección para su casa de Villa Pueyrredón.
El 28 de abril es el día del escrache anunciado, organizado por la Agrupación Hijos, oficialmente manipulada. El 28 de abril coincide con el final de la licencia pactada.
Aunque es probable que Bisordi quiebre el pacto. De manera unilateral, y regrese pronto al comando de su escritorio.
Descuéntase, además, que el doctor Lorenzetti ya sabe también, que el doctor Bisordi radicó una denuncia. Por amenazas e intimidación, en la Comisaría 47, de Nazca al 4200. Fue después de detectar un automóvil, supuestamente "de la Side de Larcher", frente a su domicilio.
La causa desembocó, según nuestras fuentes, en el Juzgado Federal del doctor Rafecas.
Por último, el doctor Lorenzetti debiera acudir al consejo de Nicolás Reyes, a los efectos de prepararse para los arrebatos de una semana bastante intensa. Si prospera, sobre todo, la demanda penal que el doctor Bisordi presentaría, según nuestras fuentes, contra el presidente de la república.

Sambucetti, El Anfitrión

La historia del descalabro, paulatinamente institucional, adquiere explotables cumbres, de significativa tensión cinematográfica, a partir del convite memorable del doctor Juan Carlos Sambucetti.
Para una comida, a principios de marzo, en su departamento de Cerviño, próximo a La Rural.
Sambucetti es un anfitrión que sabe recibir. Es el Defensor Oficial de la Cámara de Casación Penal. Contiene una capacidad de convocatoria que envidiaría la producción de la señora Mirtha Legrand.
En efecto, Sambucetti pudo juntar, alrededor de la discreción de su mesa, a Monseñor Baseotto. Trátase del Capellán Castrense que signó la relación, estúpidamente destartalada, del gobierno, o sea Kirchner, con la Iglesia.
Sambucetti juntó al Obispo Baseotto con dos generaciones de Kunkel.
Los Kunkel participaron del ágape, según nuestras fuentes, con autorización expresa de Kirchner.
El padre, Carlos, es el "montonero de escritorio" que ejerce, desde su diputación, el rol de comisario ideológico, en el naufragio institucional del Consejo de la Magistratura.
Y Daniel, el hijo, es concejal de Florencio Varela. Una suerte que en Varela no los llamen, aún, "diputados de la ciudad".
Además, Sambucetti lo sentó al doctor Adolfo Vázquez. En representación de la continuidad histórica. O para completar una buena mesa.
Trátase -Vázquez- del ex miembro de la Corte Suprema de Justicia. El portador sano de peronismo, que fuera directamente expulsado, de manera ostensiblemente humillante. Por decisión del "compañero Kirchner", el jefe político del "compañero Kunkel".
Lucieron, además, otros dos comensales. El doctor Alfredo Bisordi, la próxima víctima en estado de ablande. Y un tal Rodolfo Álvarez. Supuestamente un amigo de Kunkel, tal vez un operador, un asistente voluntario. Al Álvarez de referencia es necesario prestarle, en adelante, una lícita atención. Porque se transforma, a su pesar, en nominado personaje protagónico de la serie "El Descalabro".
Trátase de un ex frondicista. Un sexagenario de impecable conservación. Un casi inofensivo comunicador radial de Lanús. Álvarez suele animar, en una FM de los pagos del "compañero Quindimil", una emisión especializada en tangos.
Sin embargo, tardíamente, el destino le reserva, a Rodolfo Álvarez, un ámbito de superior trascendencia mediática. Porque es el triste encargado de intermediar, a través de sendos mensajes de Carlos Kunkel, en la faena de ablandamiento moral del doctor Bisordi.
Para que Bisordi se aleje, como lo exige Kirchner, como sus colegas de la sala Cuatro de la Cámara de Casación.
Una comida, la de Cerviño, narrativamente inagotable. De manera recurrente, se volverá en los próximos despachos.
Puede referirse que Sambucetti sirvió, como entrada, melón con jamón. Como plato de resistencia ocurrió un lomo previsible, con papas a la crema. De postre, helado sin imaginación.
Los comensales se comprometieron, inútilmente, a la reserva absoluta. Pero en próximas emisiones del Portal van a desfilar los asombrosos detalles de la conversación. Acerca, por ejemplo, de la divergencia del monto que supo embolsarse determinado político, con la salida de la Convertibilidad.
Si fueron 350, los millones de dólares, aportados por los empresarios beneficiados con aquel genocidio, como insinuó un comensal.
O si fueron 400, como aseguró Kunkel, con categórica agresividad.

El SRA

La tenida gastronómica de Cerviño contuvo un fondo de patética desprolijidad.
La decisión inapelable, del presidente, de avanzar, por intermedio de los jacobinos del Consejo de la Magistratura, sobre la Sala Cuatro de la Cámara de Casación Penal. Por dos motivos principales, entrelazados.
Uno es exageradamente visible. Porque tapona, con la humareda, un prioritario temor por el motivo sustancial, que permanece oculto.
Tiene que ver con las demoras en resolver las grandes causas de los derechos humanos, en cuya dilucidación el Presidente se encuentra celebratoriamente comprometido. Como la Causa Esma, y la del Primer Cuerpo. Esta es la parte presentablemente digna, la visible.
Y la invisible es éticamente antagónica. Consiste en evitar que sean, precisamente estos jueces de la Sala IV, considerados como "procesistas", los que tomen la causa, abnegadamente envenenada, de las coimas de Skanska.
Debe quedar, para la mayoría silenciosamente subestimada, que los neomontoneros son desprolijos, pero están impulsados por la apasionada dignidad humanitaria. Y no para evitar que trascienda lo que sigilosamente se expande. El interés, prioritariamente básico, por el SRA.
El Sistema Recaudatorio de Acumulación.

El Causante

Antes que el doctor Bisordi, en su abrupto descenso moral, pidiera la licencia por treinta días, debió protagonizar, según nuestras fuentes, una serie de reuniones inquietantes.
Al instalarse bruscamente la ofensiva, a través de los jacobinos.
Impulsado, en apariencia, por sus deseos diplomáticos de encontrar la solución, el doctor Sambucetti volvió a convocar al doctor Bisordi, a su domicilio. Esta vez sin papas a la crema. Fue para participar de una ceremonia altiva de ablandamiento. Para entablar una reunión, también privadísima, con el emisario de Kunkel. Con el frondicista tanguero, Rodolfo Álvarez.

El emisario cumplía, con esmero, el rol de ablandador moral. Conciente que el sujeto a ablandarse, el doctor Alfredo Bisordi, dista de ser un héroe.
Más aún, dista de ser un hombre habilidoso. Para manejarse con destreza en situaciones semejantes.

A esta altura, existía, según nuestras fuentes, una ajustada información de inteligencia, acerca del doctor Bisordi. Producto del idóneo relevamiento investigativo, signado por un completo gráfico de contactos. Con la ambientación, "estrictamente confidencial" de su casa de Villa Pueyrredón. Circunstancia que hoy investiga el subcomisario Abondanza, en la Comisaría 47, con conocimiento del jefe zonal, el respetado comisario Pedace. Y en el Juzgado Federal del doctor Rafecas, especializado en balcanizaciones de la desmembrada Yugoeslavia.
Villa Pueyrredón es, a propósito, de los escasos barrios porteños que no fue evocado nunca por Alberto Castillo. Tampoco, por Angelito Vargas. Habría que preguntarle el motivo, en todo caso, a don Rodolfo Álvarez, que de tango sabe más.

Fichas

El doctor Bisordi, alias El Gordo, en adelante El Causante, es soltero.
59 años, significa que le falta menos de un año para jubilarse.
Vive con la madre, de 83 años. Tiene una hermana, también es abogada.
El parte consignaba, según nuestras fuentes, que por el hecho de vivir con la madre, al Causante  "le cuesta tomar decisiones". Y que es, en el fondo, "más miedoso que reaccionario".
Datos sustanciales, aportados, con seguridad, por el quintacolumnista identificado, que también integra la Cámara de Casación Penal. Tendrá también, el jurista viajero, en esta historia, su "bolo" de actor secundario.
El Causante tiene modales pulcros, expresivamente delicados, que no deben confundirse con refinamiento. Asegura, además, que El Causante dista de ser homosexual.
Se le conoce una novia, apodada Debbie, por Debbie Reinolds. Empleada de la misma Cámara de Casación. Hay proyecto de casorio, o de concubinato, en puerta.
El Causante mantiene una vulnerabilidad física que lo acota. La presión alta.
Una presión que puede subirle con facilidad, si se lo desequilibra con alteraciones emocionales. Por ejemplo, con un apriete.
Irrumpe en el parte, aparte, otro juicio de valor caracterológico:
El Causante mantiene una tendencia anímica hacia la monotonía. Una manera elegante de decir que el jurista es, como decía De la Rúa, un aburrido.
Valoraciones conjeturales aportadas por el colega, colaboracionista filtrador de la Cámara. Indica "que El Causante se encuentra preparado para ser Secretario de la Corte". "Nunca debió ser Juez".
Dato extraño de color: El Causante es honesto.
Puede invocársele la condenable estampilla de antisemita. Por adherir a la teoría imperdonable de la implosión. Indica que la bomba, que estalló en la embajada de Israel, se encontraba en el interior.
Cuentan, aparte, para más color, que El Causante mantuvo cierta reyerta fastidiosa con CC. Trátase del jurista renombrado. Durante un festejo de fin de año, en Comodoro Py. Cuando CC bailaba, con una empleada, "Pechito con Pechito", en un pasillo del tribunal. Interrumpido en su trabajo, dicen que el Causante salió de su despacho para reclamarle silencio.
– Callate, Gordito p…- dicen que le dijo CC.

Final con ablande

Puede reconstruirse, con legítima arbitrariedad, el ablande, durante aquel café de Cerviño.
El Causante, el Gordo Bisordi, estaba aterradamente agitado. La presión le trepaba.

El emisario de Kunkel le dijo que le convenía ser razonable. Y pedirse una licencia, desde ya. Para no volver, ni siquiera a buscar sus libros.
Podía asegurarse, a cambio, el retiro con todos los beneficios jubilatorios.
Los que podía perder, por ejemplo, si lo sometían a un Juicio Político.
En definitiva, El Gordo debía saber que la mano, desde el Consejo de la Magistratura, para él venía muy pesada. Con órdenes de arriba, para cumplir o cumplir. Sin otra alternativa.
Con la tropa de Larcher, o sea, con la Side, podían comenzar a ocuparse, en cualquier momento.
Por lo tanto, entre irse bien o mal, al Gordo le convenía arreglar. Pedirse la licencia e irse bien. Y con "la suya". Con la moneda que le corresponde. Y le pertenece.
Aparte, el ablandador, le dijo, persuasivamente, al ablandado, que debía cuidarse. Por los desbordes de la presión alta. Y si vivía con la madre, una señora tan mayor, debía ahorrarle disgustos. Que la señora no merecía tenerlos, la pobre, a esta altura de su vida.
Porque, aunque quisieran ayudarlo, nada podían hacer si, de pronto, la Agrupación "Hijos" decidía hacerle un escrache. Y gritarle, insultarlo en la puerta de su casa de Villa Pueyrredón. Para pintarrajearle el frente, o arrojarle huevos.
Tampoco podían evitar, de ningún modo, si los violentos del grupo Quebracho decidían, también, manifestarse, en la puerta de su casa.

Apretado, Bisordi decidió ser razonable y claudicar. Cuentan, nuestras fuentes, que con la presión que se le escapaba El Gordo se fue, directamente, hacia una Clínica. Acaso, a la Sacre Coeur. A tramitar certificados. Revoloteaban, en su pensamiento, las palabras de Álvarez, ante su ansiedad adiposa, mientras crecía su lícito temor. Y el estigma de la culpa, por si le llegaba a pasar algo malo a su madre. Surcaban, entre los flecos de su temerosidad, las referencias al invocado Larcher. Los escraches, sigilosamente estimulados, de la Agrupación Hijos, o de los violentísimos enmascarados de Quebracho.
Se imponía el raciocinio. Ante la incipiente brutalidad, lo recomendable era arrugar.
Salir del paso, de inmediato, con un pedido de licencia. Invariablemente, aún por un lapso indeterminado, la Argentina iba a continuar por la pendiente de la cobardía legítima, que facilita la certeza del descalabro.

Oberdán Rocamora, con la colaboración informativa de Carolina Mantegari
Continuará