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LA INGENIERÍA DEL CAOS

(Por el Lic  Gustavo Adolfo Bunse)  
                                                                                                                                                                                                                               El Presidente está empantanado y confundido.
Sus prácticas políticas empiezan a no servirle más y, como odia la originalidad, sigue aferrado a ellas aunque estén momificadas.

Entre sus prácticas no está la de pedir que lo asesoren, pero en esa gran tentación sigue prefiriendo la adulación del ignorante al consejo del sabio.   Envanecido, subyace a todos los dogmas.

Sin embargo, hay una sola práctica política, cuya autoría ya nadie le discute.

En efecto, el Presidente argentino es el único mandatario en la historia democrática del país,  que ha instalado el vector de la crispación como un motor esencial del clima que todos debemos desayunar  cada mañana.

Muchos ignoran que, en verdad, ese engendro de concepción de mando, era algo que venía aplicando el mandatario, con relativo éxito, desde sus primeros días como gobernador de la Provincia de Santa Cruz.

Esa práctica de la crispación permanente y del virtual estado de zozobra, como herramienta coercitiva de la conducción, es una parte imprescindible del totalitarismo ingénito que lo ha inspirado ideológicamente desde su pubertad política.

Y por esa simplísima razón, jamás quiso entregar del todo aquel poder jurisdiccional de su propia provincia.       Decidió entonces instalar allí una sucursal directa de su centralismo asumido en el pináculo nacional.

Puso para ello, un gobierno casi municipal al que conducía por teléfono desde Buenos Aires, convirtiéndose de tal manera en un Gobernador de facto y conservando a rajatabla la suma del poder público provincial.

Por su designio y la insolvencia moral de la piara, serían títeres  todos los gobernadores que llegaran tras de sí.

Salvo uno,  que le arrojó a la cara las llaves de la Provincia en un acto honorable, rápido aparecieron cien mercenarios dispuestos a reverenciarle cualquier extravagancia.

Pero la sucursal, conducida por él,  explotó.

Y esa  explosión fue nada menos que por el agotamiento de su fórmula de laboratorio, expresada en un reclamo social, callejero y directo… que no quiso esperar a las urnas.

Y aquí aparece un virus escondido en esta alquimia, que puede crecer hasta manchar ignominiosamente la fisonomía de nuestra época y terminar mutando todo en una ingeniería del caos.

Lamentablemente, para este bioquímico de la crispación, la sede central de su gobierno se encuentra instalada en un edificio de color rosado, en la Capital Federal, un territorio que, según los números, le es claramente hostil  75 a 25.

Esta gravísima  realidad, puesta de inmediato a contraluz de la rebelión popular en su desastrosa sucursal provincial, sin dudas debe haberle producido un impresionante chispazo de miedo.

Puesto que aún teniendo encuestas privadas que le avisan de un éxito electoral en otros distritos, tiene muy claro que en sólo seis meses,  desde Julio César hasta Benito Musolini, tuvieron que vérselas con el desmoronamiento y la catástrofe personal.

Peor aún :  Nicolás Maquiavelo le aconsejaría ahora mismo, sin titubear, que mude su palacio de inmediato a otra comarca cuyo territorio social no contenga tan alta repulsa de la plebe.

Y el razonamiento no es, bajo ningún concepto, una prefiguración antidemocrática o golpista.

Es simplemente una extrapolación lineal del hartazgo ciudadano, cuyo desayuno de soberbia y crispaciones, cada mañana, ya le empieza a producir una razonable repugnancia.

Una Capital Federal, que siendo la "caja de resonancia nacional", conoce bien por experiencia propia que, su presión  de protesta masiva puede tranquilamente, llevarse puesto un gobierno entero

Parece entonces muy peligroso, que un príncipe que se precie de tal, persevere en la omnipotencia y en la soberbia,  en medio de un clamor circundante al palacio, por ahora silencioso, que lo recusa mayoritariamente.

Como quien levanta los puentes de la fosa perimetral del palacio central,  ha ordenado la instalación de  vallas permanentes, bien por delante del frontispicio de la casa color rosa.
Una mezcla de prudencia y cobardía,  que desnuda la noción de que están pertrechando  Roma porque Aníbal ya tomó las Galias.

Y la comarca, con un ojo,  ve en ello una clara señal de miedo.

Con el otro ojo, mira muy atenta el desmoronamiento y la debacle en la mayor de las metástasis del imperio central.

Sabe que, para todos los grupos minoritarios, se ha decretado la sacralización de la protesta y que,  por lo tanto,  tiene el camino expedito para sitiar el palacio cuando se le antoje.

¿ Se puede haber armado una ingeniería del caos tan perfecta y absurda a la vez ?

Contestada esta pregunta vale plantearse en el acto, dos dudas :

1) Si acaso se diseñó de ex profeso o fue consecuencia de una inoperancia política que parece inconcebible.

2) Si queda tiempo para desmantelar el escenario de peligro que conlleva su vigencia.

"Es vergonzoso cargarse la cabeza con un fardo que no puede llevarse. Pronto se doblan las rodillas esquivas al peso"  


                                           Lic  Gustavo A. Bunse