MATRIMONIO KIRCHNER = MEJOR QUE HACER ES DECIR (o Antiperonismo de "centro-izquierda")
En su programa de gobierno 2003-2007[1], en las páginas 96-100, "sir" Néstor Kirchner sostenía respecto al sector agropecuario que se debía «contemplar la recuperación del mercado interno, un adecuado proceso de sustitución de importaciones, la incorporación de valor agregado y el incremento sostenido de las exportaciones, pero sustentadas en las Pymes organizadas y articuladas desde una posición de poder de negociación con la gran empresa, como único mecanismo posible para sustentar el desarrollo equitativo de nuestro país».
1. Para alcanzar estos objetivos, PROMETÍA, en el caso de los pequeños y medianos productores, que se iban a implementar «políticas diferenciales que permitan desplegar el potencial productivo y fundamentalmente el potencial de reconstrucción del tejido social en el interior del país».
2. Para promover la productividad, sostenía que iba a ser necesaria «la simplificación y adecuación del sistema tributario, que a partir de la eliminación de los impuestos distorcivos que actualmente atentan contra la producción, quite presión fiscal».
3. Para fomentar las exportaciones, «una vez alcanzado el equilibrio fiscal y en la medida de las posibilidades presupuestarias» -condiciones que se han cumplido con total holgura- PROMETÍA «comenzar un proceso de eliminación de las retenciones a las exportaciones».
En el caso del aumento de las retenciones a las exportaciones agrícolas dispuesto el pasado 11 de marzo, el gobierno de "lady" Cristina Fernández se olvidó de aplicar políticas diferenciales, ya que metió en la misma bolsa a pequeños y medianos productores con las multinacionales agroexportadoras.
También dejó de lado la promesa de simplificar y adecuar el sistema tributario para que quite presión fiscal.
Por último, pese a haber alcanzado estos años equilibrio fiscal y contar con posibilidades presupuestarias, no sólo no ha comenzado un proceso de eliminación de las retenciones a las exportaciones, sino que las ha aumentado hasta niveles realmente confiscatorias para los que realmente trabajan la tierra.
En definitiva, en forma acorde a la tradición histórica de los gorilas de izquierda, el matrimonio Kirchner es fiel a la consigna mejor que hacer es decir. Se ve que «la militancia inmobiliaria» que ambos "revolucionarios" llevaron a cabo a partir de 1976, al calor de la Circular 1050 de José Alfredo Martínez de Hoz y que les permitió adquirir 21 propiedades en el término de 5 años (1977-1982)[2], no les dio tiempo para leer, por ejemplo, el curso sobre Conducción Política de Juan Perón. Es que el matrimonio Kirchner consideraba que en plena dictadura procesista, la Argentina vivía en un «estado de derecho», según la solicitada que publicaran el 9 de noviembre de 1981 en el periódico La Opinión Austral[3].
Pero ya que se dieron cuenta ahora que el Proceso de Reorganización Nacional era una dictadura y que quieren presidir el PJ, bien harían en comenzar a leer a Perón, quien enseñaba que «el conductor político nunca es autoritario ni intransigente», ya que quien conduce en política de otra manera «choca siempre; y el choque en política es el principio de la destrucción del poder»[4].
Si leyera a Perón, el matrimonio Kirchner aprendería que cuando algo anda mal, el conductor político «no se debe ofender personalmente. Debe mirar desapasionada, inteligentemente, cómo corregir el error en beneficio de la causa que persigue». También aprendería que otra de las condiciones del conductor es la bondad de forma y de fondo y que «el buen conductor es siempre reflexivo y profundo».
En definitiva, aprenderían muchas cosas que les serían muy útiles para este momento tan particular que nos afecta. Sobre todo, aprendería que mejor que decir es hacer, y mejor que prometer es realizar. Aprenderían que si son tan «peronistas» como dicen, no se podrían abrazar alegremente con David Rockefeller o con los empleados de éste, Susan Segal y William Rhodes (Citigroup).