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Alberto F. hizo de Rins el nuevo Borocotó

Alberto F. hizo de Rins el nuevo Borocotó

Gonzalo Neidal
Especial para LA MAÑANA

Dentro de algunos años, inevitablemente, la Real Academia Española (RAE) se resignará a aceptar y a incluir en el diccionario, la palabra "borocotear". Añadirá una definición parecida a ésta: "mudar de tendencia o partido político intempestivamente, infringiendo las normas más elementales del pudor, la ética, el honor y la decencia".

Está claro: si todo fluye, ¿por qué no habrían de hacerlo las ideas y el pensamiento políticos? El sistema de ideas debe registrar, sin duda, los cambios que se van operando en la realidad. Las actualizaciones y correcciones a lo que pensamos se imponen en estos tiempos turbulentos y cambiantes.

Pero "borocotear" (o "borocotearse", si se impusiera el modo reflexivo en su uso) es otra cosa. No está de más recordar que debemos el vocablo al actual diputado Eduardo Lorenzo, que heredó de su padre, gran comentarista deportivo" el apodo Borocotó. Recordemos que en las elecciones de 2005, Lorenzo realizó su campaña en la lista de diputados de Mauricio Macri y, con su discurso macrista, conquistó el voto de una porción de ciudadanos. No olvidemos la historia: al otro día de ser electo, se pasó a las filas del partido oficial y esa trampa fue aplaudida y presentada oficialmente en conferencia de prensa como una "picardía" de Alberto Fernández, el jefe de Gabinete de Kirchner.

Fernández no es un político romántico. Se le ve en la cara. Es un cultor de la realpolitik, piensa que todo tiene su precio y lo esencial de su capacidad de seducción descansa en su billetera, nutrida por los impuestos que todos pagamos. La verdad es que no le ha ido del todo mal. Tampoco del todo bien.

El mismo Fernández es un Borocotó formidable. Fue funcionario de Carlos Menem y luego manejó los fondos de la campaña de Eduardo Duhalde. Posteriormente fue elegido diputado nacional en la lista de Domingo Cavallo para recalar finalmente como kirchnerista. Un hombre cambiante.

Alguien le ha hecho creer que se trata de un operador político talentoso. Pero los hechos no parecen acompañarlo en esa jactancia. Promovió a Rafael Bielsa como candidato oficialista en las elecciones de diputados nacional en la Capital Federal, en 2003. Y salió tercero. Ahora, al idear la candidatura de Filmus para la Jefatura de Gobierno, le ha ido un poco mejor: obtuvo el segundo lugar aunque a veinte puntos del ganador. Pero se apresta a recibir una derrota importante en un par de semanas.

Fernández piensa que los dineros públicos le permitirán hacer y deshacer en la política argentina. Un subsidio acá, un carguito allá y todo se arregla, según su concepto. En Córdoba está operando desde hace rato y aspira a fortalecer una alianza entre el intendente Juez y una fracción de los radicales funcionales al gobierno nacional.

Fernández sabe que hay radicales que se doblan. Y que suelen hacerlo por una retribución módica. Había que buscar a un radical susceptible de ser "borocoteado". Y lo encontró. Tenemos nuestras dudas de que Rins haya sido seducido por la labia del jefe de Gabinete. Somos más propensos a pensar que, para usar la expresiva frase del guionista de El Padrino, Fernández le habrá hecho a Rins, en el mejor de los casos, una propuesta que el intendente de Río Cuarto no pudo rehusar.

De todos modos, los rivales de Rins pueden quedarse tranquilos: Fernández es un gran organizador de derrotas propias y de sus aliados. Y, además, en dos semanas, tras la caída casi segura de Filmus en la Capital Federal, las acciones de Fernández entrarán en picada en la Casa Rosada.

Y también en Córdoba.

Fuente: La Mañana de Córdoba