I made this widget at MyFlashFetish.com.

EL ODIO ES MAL CONSEJERO

Editorial
EL ODIO ES MAL CONSEJERO

Sería altamente conveniente para la Argentina que todos, sin excepción, coincidiésemos en que el odio enarbolado cual estandarte político desmerece la razón y sólo engendra más y más odio.

LA NACIÓN

Una vez más, la señora Hebe de Bonafini no se ahorró expresiones de rencor para arremeter contra quienes no coinciden con su pensamiento político. El jefe del Estado Mayor General del Ejército, teniente general Roberto Bendini; el primado de la Argentina y arzobispo de Buenos Aires, cardenal Jorge Bergoglio, y hasta el candidato a jefe de gobierno porteño Mauricio Macri fueron blanco de sus acerbas críticas.

Cierto es que Bonafini nunca ha disimulado que está animada por el propósito de que la memoria de los argentinos se estanque para siempre en la década del setenta del siglo último, por cierto una profunda herida que, según ese particular criterio, no debería ser curada, sino que, por el contrario, habría que seguir profundizando.

Ante los veteranos de la Guerra de las Malvinas congregados en el Colegio Militar, el teniente general Bendini instó a "cicatrizar heridas del pasado" y agregó que "siempre está en el corazón de todos buscar el encuentro de todos los argentinos". No se refirió a ninguna época determinada; es de suponer que con amplio y franco criterio llamó a la reconciliación definitiva que encarrile al país por la senda del progreso y la equidad social. Durante la celebración de Corpus Christi, el cardenal Bergoglio se refirió a quienes se "pasan maldiciendo el pasado para sacar ventaja en el presente y en el futuro". Al parecer, el pecado de Macri consistiría en haber obtenido en la primera vuelta de la elección porteña casi el doble de los votos logrados por el candidato del gobierno nacional, Daniel Filmus. Los tres fueron calificados de "fascistas" en el duro comunicado que suscribió la titular de las Madres de Plaza de Mayo, según el cual "olvido y perdón" son basura, y en el que se requiere la remoción del alto jefe militar.

El odio es mal consejero. Obnubila la mente y la conciencia, y provoca ceguera. Impide, pues, tomar nota de que la mayoría silenciosa de los argentinos aspira sanamente a dejar de menear el pasado y así poder comenzar a poner su vista en el futuro. Que esa mayoría no rechaza la memoria ni el castigo merecido para quienes la Justicia, imparcialmente administrada, pruebe que incurrieron en crímenes de lesa humanidad, siempre y cuando esa memoria no sea dolosamente parcializada -como lo ha sido- para dejar fuera de ella a los deudores de tan siquiera una mínima autocrítica, todavía jactanciosos de haber sido también ellos emisarios de la saña, la violencia y la muerte.

No hay peor sordo que el que no quiere oír. Aunque la mayoría silenciosa se pronunciara en alta voz, sus sentimientos caerían en el vacío, porque así lo quieren la firmante del comunicado y sus aliados por subalterno interés político.

Mientras esa obstinada prédica se empeña en dividir a los argentinos a puro filo de odio y rencor, nuestros hermanos uruguayos, bajo el mandato de un presidente ideológicamente afín con los grupos subversivos orientales de los setenta, pero más abierto e inteligente, han empezado a restañar los recuerdos hirientes y a reconstruir el concepto de nación, que no es otro que el de la fraterna solidaridad de sus integrantes.

Sería altamente conveniente para la Argentina que todos, sin excepción, coincidiésemos en que el odio enarbolado cual estandarte político desmerece la razón y sólo engendra más y más odio.