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Mamá Hebe

El Columnista Invitado: Jose Luis Milia
Fuente: la historia paralela

Mamá Hebe:¿Son fascistas los bomberos voluntarios de la Boca?

Decir que la "madre" Bonaffini tiene su corazón ahíto de odio pero que su cerebro es playo como un charco de lluvia es una verdad de perogrullo. "Fascista", "imperialista" – con o sin el aditamento de cerdo – "la fuerza es la verdad" son casi la totalidad del módico vocabulario político del que hace gala esta Rosa Luxemburgo devaluada. Después de saltar al estrellato internacional de la mano del PSOE, los socialdemócratas suecos y con el aval de muchos políticos argentinos que aún tiemblan ante una torva mirada de la dulce madre, la República le quedó chica y su incontinencia verbal la hizo transitar por la política mundial con la misma delicadeza que un rinoceronte mostraría en una nursery.

Desde que el payaso caribeño tomó con exclusividad latinoamericana el escenario internacional, "mamá" Hebe ha vuelto sus ojos a este triste rincón que son las Provincias Unidas (?) del Sur. Fiel a su estilo de tirar al boleo, en el primer escopetazo importante del mes bajó tres piezas que si tuvieran alguna relación entre si – más allá del mote de fascista promulgado con fuerza de ley por la "madre" Bonaffini – el ya crónico despelote argentino entraría en la categoría de big bang. Porque poner en la misma bolsa al Cardenal Bergoglio, al general Vendini y a Mauricio Macri implica un ejercicio de imaginación difícil de ejecutar.

Convengamos - antes de seguir adelante y ver porque "mama" Hebe dice lo que dice - que la madre putativa está pagando facturas. Si bien le resultaron baratas, nadie, por más madre putativa que sea, puede creer que las diecisiete hectáreas de la ESMA iban a ser de regalo. Ella sabe, entonces, cuando debe reemplazar al hijo putativo en el ejercicio del desatino. Intuición de madre que le dicen. Y saber que hay momentos en los que tiene que decir las majaderías que las encuestas no le perdonarían a él. Cariño de madre, que le dicen

Que el cardenal Bergoglio pida, por enésima vez, dejar de mirar hacia atrás y buscar el camino de la reconciliación no asombra a nadie, más bien, cada vez que Bergoglio hace este tipo de llamado a los hermanos es como un baño de luz en la crónica estulticia del debate político argentino. El sabe que si no se logra el reencuentro de los argentinos es improbable que se logre sacar de la exclusión social a los millones de argentinos que aún malviven en ella. Seguramente, al Cardenal le duelen todos los muertos. Los de ayer, pero también los que, por desnutrición, falta de educación y trabajo o por comodidad de terceros que solucionan el placer con una aguja, van a morir hoy. Entonces, esta visión totalizadora del Cardenal sobre el sufrimiento argentino es "fascismo" para la "madre" Bonaffini.

Lo del general es más raro y habría variadas opiniones acerca del por que de su llamado a cerrar cicatrices. Algunos dicen que extenuado por los desplantes que sus generales reciben de sus subordinados en cuanto evento social hay, y cansado de seguir postulándose para el record Guinness del papelón optó por patear, en busca del honor perdido, la mesa. Otros, más creíbles dicen que se refería a la cicatrices de la Revolución Libertadora, aquella de los años cincuenta y no tenía que ver con las cicatrices de los setenta. Esta ambigüedad, o por lo menos esta falta de definición cronológica hizo que la "madre" Bonaffini – apurada - pidiera su relevo por fascista.

Lo de Macri es, quizás, lo más fácil de entender, ya que siempre fue un target de "mama" Hebe y porque de él – con liviandad - se puede decir cualquier cosa. Y, aunque ningún juez lo ha sentenciado a nada, él es todo. A Macri se le puede decir "fascista", "chorro", "ladrón", "golpista", etc., que nadie lo defenderá, porque, aún sin saber si es cierta o no la acusación todos están dispuestos a creer lo peor porque, no es que Mauricio sea Macri, sino porque es rubio, tiene ojos azules, es rico, con título universitario, para colmo de una universidad privada y lo único que le falta es ser católico practicante y del Opus Dei, y en este País donde un infradotado, hace sesenta años, privilegió al cabecita negra y las alpargatas como estilo de vida sin ver que presagiaba un futuro de pobreza material y descapitalización cultural, esos son pecados difíciles de remover

Autor: Jose Luis Milia