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MASONERIA

Fuente: MASONERIA

Elecciones en la ciudad

Una vez más se encuentra omnipresente en todos los medios de comunicación la campaña política. Ahora fue la puja por la victoria en la Ciudad de Buenos Aires, pero ya comenzará, definido el resultado, la campaña por las elecciones presidenciales.

Nada puede decir la Masonería Argentina en materia de política partidaria y mucho menos hablar de los candidatos. Pero Nuestra Institución y sus hombres han acompañado a la República desde sus albores y gran parte de las que hoy conocemos como instituciones de la misma fueron impulsadas por ilustres masones.

De eso sí podemos y debemos hablar.

La mayoría de nuestros hombres mantuvieron reserva sobre su pertenencia a la Orden, ni siquiera consideraban necesario hablar del tema, toda vez que lo que buscaban no era otra cosa que el engrandecimiento de Nuestra Nación fieles al ideal eterno de Libertad, Igualdad y Fraternidad.
Tampoco pensaban los proyectos en orden de partidos políticos; muy por el contrario, pensaban un futuro posible a partir del consenso.

Eso no significó en ningún caso renunciar a sus ideas políticas, pero seguramente entendieron que las ideas no están por sobre los valores del hombre y sobre ese eje han trabajado desde los albores de la Nación.
Hemos tenido Hermanos en bancas enfrentadas en el Congreso y algunos compitiendo por el mismo puesto. Debatían ideas, políticas públicas y políticas de estado en una forma digna de emular hoy y siempre.

Discutían, no batallaban.

Desde estas líneas he citado alguna vez al historiador Luis Alberto Romero, quien dice que "en la Argentina, la política ha tomado la lógica de la guerra". Una observación aguda que refleja la realidad, pero no la define como irreversible.
El disenso fortalece la democracia, pero, para ejercerlo debemos respetar a ultranza las instituciones y su independencia.

Una campaña política sirve para definir el estilo y dar a conocer las propuestas que tendrá la administración de la cosa pública durante el próximo período, y no para que haya vencedores y vencidos. El verdadero ejercicio de la democracia comienza el día de asumir el mando, entendiendo al mismo como una delegación de poderes de los electores a sus representantes y no un renunciamiento definitivo.

Nosotros, los ciudadanos, debemos mirar atentamente los actos de los gobernantes y señalar sus desviaciones, ya sea de las promesas de campaña incumplidas o, lo que es más importante, del sentido democrático de la gestión de la República.

Los discursos son promesas y, como tales, se deben cumplir. Las campañas muestran mucho más de lo que parece.

El pueblo tiene la suficiente madurez para entender una plataforma, sería bueno que no se lo confunda con slogans, sino por el contrario, que se expliquen las verdaderas bases del proyecto propiciado en pos del bien común.

G M