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Un presente griego

De: Hugo

Desde el atril, un Presidente impávido no quiso exponer su derrota, el silencio fue interrumpido por esas irónicas como descolgadas frases con las que tiene acostumbrada a la opinión pública, buscando ocultar su frustración ante el adverso resultado del escrutinio misionero.
Deshilvanadas palabras, como "tiempos", "me dicen que grito", "me llaman autoritario", fueron el comienzo de un pequeño discurso, el que derivó en un anuncio de obras de infraestructura, esas que proclama con asiduidad, para que se vanaglorie algún intendente o gobernador y así conseguir esos tan ansiados votos triunfalistas.

Pero de Rovira ni palabra, el resultado negativo parece un secreto de estado, de eso no se habla, ningún funcionario dejó entrever una opinión ni el más nimio comentario, "las órdenes de arriba" parecen ser bien acatadas por todo el séquito del Poder.

Silencio profundo, aunque la imagen del Presidente se vio desencajada y su rostro demacrado mostró preocupación, pero todo quedó librado a la imaginación colectiva, los medios de comunicación oficiales no difundieron conclusiones, quedando solamente como una anécdota de un domingo particular.

Las bocas cerradas incentivan aún más la derrota contundente que dejó expuesta la debilidad del poder central, que después de sus impuras adhesiones, decidió no enfrentar la polémica situación.

Resulta imposible no involucrar en esas irresponsabilidades al Primer Mandatario, que dentro de sus actos de gobierno había impulsado la reelección eterna del Gobernador Rovira, incluyendo su presencia, la que fue cuestionada por las altas temperaturas que indujo en su discurso, marcado por una vehemencia que en estos momentos pretende disimular.

Ese Señor Kirchner, que con soberbia apostó al triunfo desde toda tribuna que supo tener a su alcance, hoy calla, no se disculpa ni asume su equivocación.

¿Quienes exacerbaron los delirios del Presidente y digitaron su participación activa?

¿Tantas encuestas no pudieron reflejar los resultados del acto eleccionario?

Estas incógnitas se acercan más a una conspiración dirigida al Primer Mandatario, que envuelto en su egocentrismo no pudo ver las tramas que se gestaban a su alrededor.

El paquete que le fue regalado al Señor Kirchner, tuvo una excelente presentación, papeles fulgurantes y lindos moños de colores, que al parecer regocijaron y agigantaron los dislates de un poder excesivo, que ante tantas promesas de una histórico como contundente triunfo, no dudó en acompañar al Gobernador, aunque en ello se conculcara el artículo 110 de la Constitución Provincial, que ampara a los ciudadanos del poder dictatorial y perpetuo.

El mutismo no lo justifica, todo lo contrario, incita más profundamente las dudas de la ciudadanía que ante esta actitud se siente afectada por la indiferencia presidencial, incumpliendo responsabilidades que le son propias, al no rendir cuenta de sus actos.

Intentado no asumir los costos políticos frontalmente, utiliza el ejercicio de la distracción, haciendo caso omiso a los reclamos de la sociedad que espera la palabra del Primer Mandatario aclarando los hechos de corrupción ocurridos en la provincia misionera y que fueran acompañados por el aparato nacional.

Corporaciones políticas, desacertadas presencias de ministros y todo un show montado directamente por el gobierno nacional, enlodan al Señor Kirchner en esta suerte de mafia institucionalizada, no pudiendo quedar al margen de todos estos fallidos actos de clientelismo y patoterismo público.

Ya está todo en el escaparate, todo a la vista, nada se puede disimular, los murmullos van subiendo de tono, mimetizar los ecos no pueden lavar las culpas, los silencios agravan aún más la situación , complican la convivencia, sumergen la verdad disfrazando la realidad con falsas disfunciones y olvidos premeditados.

Evitando todo tipo de contacto con la prensa, manejando el periodismo adicto, manteniendo una cerrada y hermética asociación de censurados acólitos que actúan como sombras de la debilidad del poder, ese Presidente, sin palabras, pero con hechos no precisamente al mejor estilo democrático, intenta evadir un fracaso que le es propio.

Seguramente con nuevas medidas mediáticas incrementará la impunidad, el despotismo y los bajos instintos, pretendiendo colocar cortinas de humo, inquisiciones programadas y cúmulos de denuncias para proteger sus espaldas, pero lo hecho, hecho está y no se puede borrar con el codo lo que se escribió con la mano.

Autor: Susana Sechi
Directora de La Historia Paralela